Los productores en la industria hortícola están adoptando el envasado sostenible para cumplir con los objetivos ambientales, reducir el desperdicio y mantener la frescura, marcando un cambio en la estrategia de productos frescos.
En la industria moderna de productos, el empaquetado y la sostenibilidad ya no son conversaciones separadas. Desde los invernaderos hasta los estantes de los supermercados, los actores en toda la cadena de suministro hortícola están cada vez más conscientes de que cómo se empaca un producto es tan importante como cómo se cultiva. En un mundo enfocado en la reducción de carbono, la eliminación de residuos y la transparencia, el empaquetado de frutas y verduras se ha convertido en un jugador clave en la promoción de prácticas sostenibles.
Según informa HortiDaily, los productores de productos frescos están alejándose del empaquetado convencional basado en plástico en favor de materiales que se alinean con los principios de economía circular. Esto incluye opciones como:
- Bandejas compostables hechas de residuos agrícolas o pulpa moldeada
- Películas mono-material reciclables que pueden ser procesadas por corrientes de reciclaje existentes
- Bioplásticos derivados de caña de azúcar o almidón de maíz, utilizados en envoltorios y redes
- Recubrimientos comestibles que reemplazan por completo el empaquetado de plástico en algunas aplicaciones
Estas soluciones no son solo estéticas o impulsadas por el marketing; están respaldadas por la creciente presión de los minoristas, los consumidores y los reguladores. Los supermercados en Europa y América del Norte están estableciendo objetivos ambiciosos de reducción de empaquetado, a menudo requiriendo que los proveedores cumplan con estándares de reciclabilidad certificados y huella de carbono reducida.
“El empaquetado es un factor crucial para extender la vida útil y garantizar la seguridad alimentaria, pero ahora también debe apoyar los objetivos climáticos”, dice un asesor de sostenibilidad entrevistado por HortiDaily. “Los productores están buscando el punto óptimo entre protección, presentación y planeta”.
Uno de los principales desafíos es equilibrar la protección del producto con la reducción de materiales. Un pepino envuelto en plástico, por ejemplo, puede durar tres veces más que uno sin envoltorio, pero a costa de residuos de plástico de un solo uso. La solución radica en desarrollar materiales que repliquen la funcionalidad del plástico mientras sean compostables o reciclables a gran escala.
La innovación en el diseño también juega un papel importante. Las empresas están invirtiendo en empaques livianos, formatos resellables y cajas modulares para logística que reducen el volumen y las emisiones en el transporte. Además, los códigos QR y las etiquetas inteligentes ayudan a informar a los consumidores sobre el perfil ambiental del empaquetado y ofrecen consejos para su eliminación o reutilización.
Los productores ahora están formando alianzas con ingenieros de empaquetado y startups de bio-materiales para co-desarrollar empaques adaptados a cultivos específicos, mercados regionales y marcos regulatorios. El objetivo es crear empaques que respeten la frescura del producto y el futuro del planeta.
En última instancia, la industria de empaquetado hortícola se encuentra en un momento crucial. Lo que antes era una consideración periférica ahora es un elemento central de la estrategia y la diferenciación. A medida que las presiones climáticas se intensifican y la conciencia del consumidor crece, el empaquetado sostenible ya no es una tendencia, es un cambio fundamental.
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